Aníbal ha aprendido, con los años, que el sistema de iluminación e intermitencia de los semáforos es planeado y coordinado. No ayuda correr más que el auto del carril vecino si siempre hay una luz roja adelante y debe frenar. Así que no se preocupa, deja que el tráfico fluya a su ritmo.
La única forma de avanzar es ir con mayor celeridad de lo que los rótulos de señalización indican, pero eso lo expone a conseguir una multa. Muy caro le costó aprender la lección.
También sabe que los patrones de comportamiento luminoso cambiaban con el paso de las horas y el clima. No importa que de noche las calles estén vacías, las luces se tornan más lentas. Es de conocimiento público que los conductores aumentan la velocidad para acortar la distancia o jugar carreras ilegales que terminaba mal. Por eso existen segmentos de la carretera donde las luces de todas las direcciones permanecen en rojo por algún rato y hacen perder la paciencia del que más.
Aníbal conoce de un lugar donde, si no acelera un poco, la luz siempre lo espera en rojo. Se pregunta el por qué si ningún otro vehículo transita en alguna de las direcciones. Le resulta absurdo, es como si la luz lo espera. Quizás si cambia el horario, unos minutos más o menos. De ruta no, porque no tiene opciones. Lo peor es que no puede cruzar la luz en rojo y debe aguardar. Los postes metálicos que sostiene los semáforos tienen cámaras y pueden acarrearle una multa. Están ahí con esa intención. Toman fotos tan nítidas que hasta un ciego es capaza de reconocer al infractor. No le queda más que aguantar el mal rato.
Aníbal no es el único que sabe que eso pasa en esa intersección. También los malhechores se han percatado del juego de luces y aprovechan para hacer sus fechorías. En una de esas ocasiones, cuando Aníbal esperaba el cambio, vio que a su izquierdo avanzaba, sobre el cruce peatonal, un tipo armado con una pistola que lo apuntaba. Aníbal pensó rápido. Si arrancaba se pasaría la luz roja y algunas fotos de su rostro serían enviadas a su casa junto con la multa de cientos de dólares. Luego nadie creería lo acontecido. Se vería obligado a pagarla y a asistir a la escuela de tráfico.
De inmediato efectuó una vuelta en U con la intención de huir del lugar y a la vez golpear al sujeto con la parrilla de la camioneta antes de que disparara. Lo más seguro era que le quitaría la camioneta y lo dejaría muerto sobre el pavimento. Sin dudarlo arremetió contra el sujeto y no dejó que la cámara tomara las fotos de la infracción. Uno de los cómplices le disparó al ver que su compañero era arrojado a un lado del camino, pero no tuvo buena puntería.
Un par de cuadras adelante, Aníbal, llamó al servicio de emergencia. Estos se comunicaron con la policía y en pocos minutos el sitio estaba lleno de carros de patrulla. Los asaltantes huyeron y las luces de los semáforos permanecieron en verde más tiempo de lo usual.