El olor de la carne

Algunas personas creen que la licenciatura en Nutrición está relacionada con la flacura de las modelos de pasarela y esperan que estas profesionales luzcan como tal. Otros opinan que es parte de una huelga de hambre o está vinculada a la anorexia. Nada más lejos de la verdad. La realidad es que tiene que ver con el uso correcto y la calidad de los alimentos. Con el conocimiento adquirido se persigue mejorar la salud de la población en general y muy en especial la de los grupos vulnerables.

Y no. Las nutricionistas no se dedican al modelaje y rara vez forman parte de la portada de alguna revista de moda.

Gregoria tampoco sabía eso, pero lo aprendió luego, una vez que ingresó a la alma mater. Ella venía del campo. Su padre era criador de ganado. Aunque no era rico sí tenía los medios económicos para enviar a su hija a la universidad. Ella quería estudiar Medicina o Derecho que eran las más solicitadas. De sus tres opciones perdió en las dos primeras, pero como debió rellenar el formulario agregó Nutrición, por sugerencia de la persona que le ayudó a completarlo. ¿Y qué creen? Fue ubicada en la tercera opción.

En ese entonces la carrera era relativamente nueva. Esta era patrocinada por organismos internacionales que promovían la buena alimentación en países subdesarrollados. El interés era ayudar y educar a las madres y niños con algún grado de desnutrición.

Gregoria inició el curso académico con mucha disposición. Proveniente del campo era una joven sencilla que vestía como una predicadora y poseía, al hablar, el deje propio de la comunidad de origen. A pesar de ello se integró rápidamente al grupo de estudiantes.

En una de las primeras oportunidades en que le tocó exponer sobre las características organolépticas de los alimentos, preparó una carne estofada. Luego debía explicarle a la clase el proceso que conllevaba y los resultados de la misma. Al presentar tendrían que resaltar las características físicas que pueden ser percibidas por los sentidos como el sabor, textura, olor, color o temperatura. Cuando la docente preguntó sobre el producto final para evaluar el desempeño, la muchacha dijo:


—La carne la tuve que tirar porque olía a mierda.

Las demás compañeras de clase empezaron a reírse. La profesora se enderezó en su silla con mucha seriedad, pero no evitó que algunos estudiantes abandonaran el salón de clases a desternillarse de risa hasta que saltaran las lágrimas.