Apolonio Castelli era paranoico, defecto que no era gratuito. El hombre disfrutaba de muchos enemigos y eso lo obligaba a hacerse acompañar por un par de guardaespaldas. La mayoría de las veces cenaba en el restaurante napolitano de su ciudad. No tenía familia, por eso no se preocupaba de regresar a casa temprano. Casi siempre…
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