El accidente fue aparatoso. Fue casi un milagro que Matt no perdiera la vida, si tomamos en cuenta que la motocicleta que conducía quedó atorada debajo del camión de carga y fue arrastrada unos metros.
Matt salió con una fractura de fémur, que fue reducida mediante cirugía, y daño en los músculos glúteos. El médico le dijo que a causa del arrastre había perdido parte de la piel y de la masa muscular en esa zona. Le explicó que para resolver ese problema se le realizarían injertos que cubrirían el defecto.
En alguna manera, Matt se sintió aliviado. El casco protegió su cráneo y después de la intervención quirúrgica volvería a caminar con ayuda de terapia. Lo demás no era muy importante, quizás doloroso, pero no importante para él.
Recordó el incidente de meses atrás, en su trabajo como supervisor, la vez que envió a un trabajador a casa.
—Es mejor que te retires, Chris. Recursos humanos va a saber que te presentaste en estado alcohólico.
—Ve y diles, si quieres. Ya me voy. Si me corren, no me importa.
Matt no se inmutó cuando el tipo se le aproximó y le habló con un tono de voz bajo.
—Solo una cosa te voy a decir, pero con mucho respeto: Me gusta tu culo jugoso.
—No soy gay —replicó Matt.
—Lo sé lo sé, pero yo sí. Yo sé cuándo un culo voluminoso es apetecible —dijo a la vez que efectuaba un gesto con las manos de quien agarra y aprieta algo.
Por un instante quiso darle de golpes, pero se contuvo. Las cámaras lo mostrarían asaltando al sujeto y perdería su trabajo. La compañía enfrentaría una demanda por discriminación contra el agredido.
— Vete —dijo y cerró la puerta metálica de salida.
Chris se retiró, no sin antes hacer gestos obscenos con los dedos medios.
Desde chico había soportado burlas a costa de su trasero, logrado sin necesidad de ejercicios. Para algunos hombres un buen volumen sería grandioso, ya que algunas mujeres son atraídas por ese detalle. Él no pensaba igual. Así que, al perder parte de su anatomía, sintió que aquella tortura había terminado.