El reloj en lo alto de la pared señalaba las nueve de la noche. Afuera soplaban los vientos de otoño y los árboles, cerca de la ventana, se mecían al compás de estos. Dentro del edificio todo era quietud y silencio. Solo las enfermeras, quienes lucían espectrales bajo la tenue luz, deambulaban por los pasillos durante sus rondas.
Los amigos llegaron temprano y poco a poco se marcharon. Todos alimentaban la esperanza de que el Vampiro sobreviviera al trauma. Yo sabía que eso no iba a ser posible. Lo golpearon con un martillo, o un objeto similar, y le dejaron el cráneo igual que el cascaron de un huevo quebrado. Era una fractura en forma de estrella. Después de que el cirujano removiera los restos óseos se podía palpar lo blando de sus meninges. Mi experiencia me decía que no iba a durar en ese estado muchos días y que no saldría de eso con éxito.
Un ataque de llanto se apoderó de mí al percatarme de que yo era el único que estaba seguro de que él ya había partido. No quise ser pesimista, pero declararlo muerto era una cuestión de protocolo.
Le dije al auxiliar que me iría del hospital después de hablar con algún familiar del paciente. Le preocupaba verme ahí, a la espera y con los ojos enrojecidos. Alguien tenía que llegar. Los médicos que lo atendían no les daban información a extraños.
Sentado en una de las sillas del pasillo recordaba el tiempo que trabajamos juntos. La vez que lo corrieron de la compañía por no tener permiso de trabajo y a su regreso, con una nueva identidad, trajo una caja que contenía broches aprieta papel de colores. Dijo que donde estaba trabajando los tiraban a la basura. Se dañaron con el uso, pero encontré uno en el cajón del escritorio. Lo guardé como recuerdo.
El Vampiro era feo, en eso casi todos estábamos de acuerdo, pero me di cuenta que con el tiempo los defectos desaparecen cuando las cualidades emergen. Él resultó ser un tipo afable y muy trabajador. Eso quería decir que cualquier chica que lo aceptara como pareja podría sentirse segura a su lado. Después de todo, quien decidiría sería ella, no nosotros. La percepción de la belleza es subjetiva y a veces ciega.
Creo que era oriundo de Michoacán. Los pocos que podrían ser sus paisanos afirmaban, en tono de burla, que gente de ese tipo no se daba en esos lares. Quizás era de la periferia o de otro estado.
Llegó a los Estados Unidos al borde de la mayoría de edad. Aunque no poseía documentos que le acreditaran para quedarse a vivir o trabajar, eso no llegó a ser un problema. Lucía flaco, menudo y con menos edad de la que decía tener. Al sonreír tenía sonrisa de bobo. Además, mostraba los dientes caninos pronunciado, razón por la cual le pusieron de sobrenombre: Vampiro. Hasta ofrecían rentarlo, de broma, en las fiestas de Halloween.
La agencia le dio empleo, seguro que con documentos falsos obtenidos en el MacArthur Park. Trabajó varios años en el descargue de contenedores que traían muchas cajas o muchos modelos. A primera vista cualquiera pensaría que era ignorante, pero resultó ser bueno con las matemáticas. Los prejuicios que están a la orden del día.
Permaneció varios años en esa labor hasta que se le ofreció la posibilidad de ser promovido para conducir un montacarga. Obtendría un mejor salario y era una manera de incentivarlo. Siempre vendrían nuevos estibadores a ocupar su lugar, pero a los buenos trabajadores había que ofrecerles otras oportunidades.
Al principio se negó. Le daba temor la sola idea de subirse a una máquina de esas y manejar en una bodega congestionada. De nada valió su negativa. Por orden de su supervisor se le entrenó y se le envió a tomar el examen de manejo.
Sí lo pasó. Le dieron su certificado y llegó a ser uno de los mejores conductores que hubo en la bodega. Era sagaz en el trabajo, poseía buena perspectiva a la hora de ver un problema y buscar la manera de resolverlo. Si otros decían que era difícil, él buscaba la forma de solucionarlo y lo hacía con éxito.
El ser humano debe cumplir un ciclo y no importa que quememos etapas o saltemos estas, pero crecemos y nos multiplicamos. Un día de tantos se iba a enamorar y a querer iniciar una familia.
Conoció una joven que se había separado del marido. Ella le aseguró que esa relación estaba terminada. El Vampiro le creyó y se encantó como nuca. Los amigos más cercanos lo aconsejaron que se apartara. Dijeron que esas historias con exparejas nunca llegan a su fin y menos si hay hijos de por medio. Él continuó en su empeño. Es aquí cuando dicen que la ceguera que genera el amor es de las causas de muerte más peligrosas en jóvenes apasionados.
En una ocasión, la muchacha llegó a enfermarse y fue asistida en el centro hospitalario. Ahí él estuvo acompañándola durante el trance. El exmarido fue también avisado e hizo acto de presencia. Después de todo era la madre de su hijo. De inmediato surgieron comentarios inapropiados y la situación se volvió incómoda, tanto que ella debió pedirles a ambos que se retiraran. Se dieron de golpes y el personal de seguridad los expulsó del recinto.
Eso fue la última vez que se le vio consciente. Aparentemente fue golpeado con un objeto romo, no una estaca, lo que es de suponer en estos casos. Fue encontrado con un daño craneal y aún con vida. Los médicos lo ingresaron de inmediato con diagnóstico de trauma cráneo encefálico.
Después de la cirugía fue llevado a la sala de cuidados intensivos, pero nunca volvió del coma. Se deterioró con rapidez, parecido a las hojas que son arrancadas de un árbol y expuestas directo al sol. Irónicamente, falleció sin volver ver la luz del día.
En la era de la tecnología no se supo con certeza qué fue lo que sucedió después de que los contrincantes abandonaran el edificio. Las cámaras de video del centro hospitalario no grabaron en la zona donde fue hallado el cuerpo.
Todo quedó en suposiciones. Las autoridades no encontraron culpables. Los policías que investigaron el caso dijeron que había caído del segundo nivel al estar bajo la influencia del alcohol. Al tratarse de una persona sin documentos, no hubo presión para aclarar el suceso. El exmarido de su novia no fue involucrado. El sujeto era el principal sospechoso. Al menos eso era lo que comentaban sus conocidos. Quiero creer que a veces las averiguaciones se mueven despacio y que no siempre le brindad al público todos los datos del avance.
Tras el deceso el cuerpo del Vampiro fue enviado a su lugar de origen. A veces me pregunto si en realidad descansa en paz.