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En el hospital quise ver a mi mejor amigo que estaba en recuperación, pero la enfermera me negó la entrada. Adujo que yo no era un familiar cercano. Bueno: somos casi familia y doné sangre para su transfusión. ¿Eso no nos hace consanguíneos?

La tormenta cubría de blanco el paisaje. El animal, desde el tronco hueco de un árbol, acechaba al hombre rollizo. Se aproximó a él con sigilo. En cuanto estuvo seguro, se abalanzó sobre el sujeto. De una mordida le arrancó la nariz. Quizás profirió algún grito de dolor, pero nadie lo escuchó en el medio…

Mi hermano Jacobo siempre nos dio la espalda. Él es así. Prosperó en la vida al margen de la familia, pero eso no nos paralizó.           Cuando me invitó a un viaje a África, me pareció un gasto innecesario, sin embargo, acepté. Yo no iba a pagar.  Si me negaba, lo más seguro era que…

La editorial leyó el manuscrito y dijo que el libro tenía potencial. Le sugirieron modificaciones que ellos se encargaron de hacer. Estas fueron tantas que, el texto final, no se parecía al original. Hasta creyó estar leyendo la novela de alguien más.

El sujeto, un empresario exitoso, quería que yo me divorciara de mi esposa. Me ofreció un millón de dólares si firmaba los papeles. Yo me quedé pensando en lo que ella diría cuando se enterara del ofrecimiento y la decisión que tomé.

Transcurrió una semana desde que el hombre de mantenimiento lo instalara en el comedor de la compañía. Nadie se animó a colocarle ornamentos o luces. Uno de los trabajadores, en un ataque depresivo, decidió iluminarlo y lo prendió en llamas.

Guapo se veía, ataviado con el traje de luces que su madre confeccionó para él. Le sirvió de gala y de mortaja, todo el mismo día.

Elena llegó a pensar que su vida era perfecta. Ella y su esposo tenían buenos trabajos, la hipoteca de la casa estaba al corriente y sus dos hijos adolescentes no eran problemáticos. No obstante, siempre tuvo la sensación de estar viviendo algo irreal, como si tanta dicha fuera solo un sueño o solo culpa de…

El periodista va detrás de la turba que grita consignas partidarias           —¿Que está pasando? —le preguntó a uno de los participantes.           —¡Vamos a linchar a un disidente!           —¿Por qué?           —Por pensar diferente.

Juan era el menor de sus hermanos, pero llegó a ser el más grande y fornido de todos ellos. Lo apodaban «el pequeño Juan» porque así lo llamaba mi tía cuando se iba a trabajar y lo dejaba al cuidado de sus hijos mayores: Cuiden al pequeño Juan. Ya de adulto éramos nosotros los que…