El muchacho salió temprano a buscar leña. Al regresar a casa le dijo a su padre que no había encontrado suficiente, pero que, si cortaban el árbol que se encontraba al borde del barranco, en el lote vecino, podrían suplir sus necesidades. Nadie cuidaba el lugar, nadie notaría su ausencia.
El viejo le dijo que no.
— Ya lo había pensado, pero el otro día pasó el tal Jesús, el carpintero, y dijo que no lo hiciera. Creo que me vio con la intención. Dijo que ese árbol aún no había terminado de cumplir su misión. No sé a qué se refería, pero mejor desistí.
Días después dijeron que uno de los seguidores del predicador se había ahorcado en él. El muerto ya no pendía del árbol. La rama no resistió el peso y el cuerpo cayó en la hondonada.