La chica se paró frente al espejo. El objeto de cuerpo entero le devolvió la imagen de sus carnes rosadas sin ocultarle defectos. Se vio gruesa y en ese instante decidió perder todo exceso, alimentándose con una lechuga al día. Donde otras cayeron en anorexia, ella logró convertirse en una conejita y posar encuerada para una revista de zoología.
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