El compañero de celda formuló la pregunta sin rodeo.
—¿Te duele haberla matado?
El preso lo quedó mirando como si en su interior estuviera procesando los recuerdos o la respuesta.
—Me duele no haberlo hecho. Si yo fuera el autor del crimen lo hubiera planeado tan bien que no estaría encerrado por pruebas circunstanciales. No sé cuántos años tendré que esperar a que atrapen al responsable.
—Si es que lo atrapan.