Discreción

Toqué el timbre del apartamento. El hombre que salió a recibirme estaba completamente desnudo y excitado. Supuse que estaba en el acto sexual y fue interrumpido por el llamado a la puerta.

—¿Tienes un condón? —preguntó urgido.

—Sí —dije.

Saque el que traía en mi cartera. Lo tomó y empezó a romper la envoltura con los dientes.

—Deja eso sobre el mueble. Ahí está tu propina. Espero que no comentes nada —dijo mientras desaparecía en una de las habitaciones.

—No —dije—. Yo soy muy discreto. No tenga cuidado.

Lo raro no fue que tipo apareciera muy desinhibido, sino que a él yo ya lo conocía de otras entregas realizadas en el tercer piso del edificio familiar. Hasta donde recordaba era padre de dos niños y vi a su esposa un par de veces. En este otro apartamento vivía la presentadora de noticias del canal 5.

Pude percatarme, tiempo después, que él tenía un trabajo de medio tiempo como acompañante. Volví a encontrármelo en otros apartamentos, en otros edificios y con otras mujeres. Colocaba el dedo índice sobre los labios para indicarme silencio y yo asentía. Hasta que un día abrió la puerta a medio vestir y me hizo pasar de un jalón.

 —Dices que eres discreto. ¿Puedes ayudarme a ocultar un cuerpo?