A la emperatriz le gustaba satisfacer todos sus caprichos. Quiso que los joyeros del imperio le confeccionaran un collar de perlas perfectas. Estos le dijeron que era difícil conseguir la perfección, así fueran cultivadas. Ella ordenó sacrificar todas las ostras que fueran necesarias. Los buzos se dieron a la tarea de peinar el fondo del mar.
Cientos de moluscos perdieron la vida durante la masacre ecológica. Cada cuenta engarzada llegó a reflejar el horror vivido.