El loco del pueblo era feliz dándole de comer a las palomas en el parque. Ellas se arremolinaban a sus pies cuando les lanzaba migas del pan que le regalaban en la iglesia.
Un día ya no se le volvió a ver más. La gente decía que ascendió al cielo en medio de un torbellino de plumas. Que la bandada de aves vio en el hombre señales de santidad.