Las cuatro bestias fueron llevadas al centro de la plazoleta y ubicadas en cada uno de los puntos cardinales. Asustadas, percibían el olor a muerte y entonces pateaban la tierra circundante.
Nadie hizo nada, a pesar de los gritos que el hombre profería, suplicando por su vida. Fue despojado de su vestimenta y atado por las extremidades. Todos esperaban el espectáculo, poseídos por el éxtasis que genera el morbo.
El barbero del pueblo fue condenado a morir desmembrado por atreverse a profanar cadáveres y develar los misterios que le son conferidos a Dios.
Luego del evento, sus restos fueron quemados junto con las notas y bocetos.
Eso aconteció hace tiempo, antes de que se escribiera el primer Tratado de Anatomía Humana.