La ciudad desapareció durante la noche. En treinta segundos todo se desvaneció: los edificios, las familias, los amigos. Al amanecer solo quedaban las ruinas de lo que alguna vez fue. Las noticias que viajaron por el mundo pregonaban que el sismo fue de magnitud 6.2 en la escala de Richter, suficiente para que la naturaleza ejecutara su presentación.