—Padre, acúseme de haber cometido un pecado mortal.
—Te escucho, hijo. ¿De qué se trata?
—Mi novia falleció de coronavirus. Creo que fue mi culpa. No seguí las medidas sanitarias y la contagié. Mi coche se dañó y fui a la tienda en autobús. Al regresar fui al baño a orinar, pero no me lave las manos. Ella llegó al apartamento y de inmediato quiso tener intimidad. Empezó con sexo oral. En la emoción del momento no me negué, puede hacerlo, pero no lo hice. Cuando la llevé al hospital todavía repetía que no entendía cómo contrajo la enfermedad si era tan cuidadosa.