Mi sobrino de seis años no paraba de contar, a quien quisiera escucharlo, que había visto a un hombre golpear a una mujer. Me di cuenta que la víctima recibe la golpiza, pero el trauma va más allá. Mi esposa temblaba de ira cada vez que recordaba el episodio. Su amigo de la infancia, nuestro vecino, le estaba pegando a su mujer en la puerta de la casa. El colmo: la suegra la sujetaba para que el tipo le diera su merecido.