—Hija, dame mis pastillas. ¿Por qué llevas esa mascarilla? ¿Es por la pandemia o te crees doctora?
—Voy a abrirle la panza y a sacarle todos los demonios que se ha tragado.
—¿Cómo sabes eso?
—Usted lo dijo.
—Yo no lo dije. Deja ese cuchillo y no te burles.
—No me estoy burlando.
—Dame mis pastillas y tómate las tuyas.
—¿Por qué pone cara de enojo?
—No estoy enojada. Tú te estás burlando. No te veo el gesto, pero sí el brillo en tus ojos. Deja ese cuchillo.