Con todo el estilo de un detective privado, mi amigo Louis se aproximó a la puerta de su carro y notó que tenía un golpe reciente. Se percató en el instante en que quiso abordar el vehículo y percibió cierta resistencia. En el piso encontró manchas de humedad y minúsculas escarchas de pintura roja. Giró hacia el auto de su vecina. Este mostraba una pequeña abolladura al mismo nivel y en donde había perdido el color. Nada extraordinario para un detective improvisado.
Ella guardó silencio cuando ocurrió el hecho y él no quiso crear un problema mayor. En parte era su culpa. Aceptó que el sobrino de la mujer se estacionara ahí, lo que reducía el espacio diseñado para dos automóviles.
Días después, al abrir la puerta de su carro, rayó el de ella con las llaves y generó un trazo apenas perceptible. Él no lo reportó, pero ella, muy persistente, fue a buscarlo y a quemarropa le señaló el daño. Louis no lo negó. En el rostro de ella se acentuó la seriedad.
—¿Por qué no me dijo? —le reclamó.
—Por la misma razón que, cuando abolló mi carro, no me avisó. Encontré agua en el piso después de que usted lavara el área. Quiso borrar el rastro de pintura.
La mujer palideció al verse descubierta y tartamudeó una disculpa.
—Está bien —dijo Louis—. Esas cosas pasan, pero lo que más me enoja es que: si lavaste esa zona, me hubieras lavado todo el carro de una vez.
La mujer lanzó una carcajada y se retiró avergonzada.
Tiempo después, Louis le dio un golpe más serio al carro de ella. Es a vez fue él quien prefirió ocultar los hechos.
Se estacionó a tres cuadras del edificio y fingió que la batería estaba muerta. Fabricando su coartada le pidió el cable de pasar corriente al sobrino de la vecina. Él se ofreció a ayudarlo, pero Louis dijo que no era necesario, ya un amigo estaba en eso.
La mujer encontró el daño y no supo a quién culpar. Asumió que había sido el indigente que merodeaba los botes de basura. Él empujaba un carrito de supermercado por el vecindario. Además, en el lugar en donde Louis se estacionaba, encontraron evidencia de que alguien había realizado sus necesidades fisiologías.