—No me lleves tan rápido —le dijo el herido a la Muerte—. Quiero que sea una muerte lenta, para ver si a los médicos les da tiempo de salvarme la vida. —No —dijo la muerte—. Eso es hacer trampa. Morirás a como has vivido: rápido. Y se lo llevó.
El compañero de celda formuló la pregunta sin rodeo. —¿Te duele haberla matado? El preso lo quedó mirando como si en su interior estuviera procesando los recuerdos o la respuesta. —Me duele no haberlo hecho. Si yo fuera el autor del crimen lo hubiera planeado tan bien que no estaría encerrado por pruebas circunstanciales. No…